La sede |
El día que nuestra clase de Blogging iba a visitar la
sede de El País, me levanté tarde.
Para llegar a tiempo a mi primera clase del día, me salté el desayuno en casa y
me detuve en la cola de un quiosco de camino para comprarme un bocadillo. El
hombre enfrente de mí, que parecía muy amigo del dueño, pidió un paquete de
cigarrillos. “¿No quieres el periódico hoy?” le preguntó el dueño. “Ya no, que
mi hijo descargó ayer la aplicación de El País en mi móvil y ya he leído todas
las noticias de hoy.”, respondió orgullosamente el hombre. El dueño no dijo nada,
pero se veía decepcionado.
La entrada del gran edificio |
“¿Todo bien?”, le pregunté mientras preparaba mi
bocadillo. “Si…Es que nadie quiere comprar el periódico en estos días. Tengo
demasiadas copias y menos dinero. Pero pues, que se le va a hacer…” suspiró.
Yo, con prisa, le pagué y corrí a mi clase.
En la tarde, llegué a la sede del “periódico global
de España” con mi banda de periodistas provisionales y nuestro líder, el
profesor. Constaba de unos edificios majestuosos – recién renovados y modernos.
A la gran entrada, una mujer solamente unos años mayor que yo nos saludó con
una cara sonriente y entusiasmada. Se llamaba Elena y ya estaba lista para
guiar nuestra visita, que un compañero mío titularía ‘muy reveladora’ después.
La primera edición de AS |
Para empezar, mientras seguimos sus pasos rápidos, Elena
brevemente nos explicó la historia de El
País en la sala de AS, el diario gráfico
deportivo. Vimos su gran archivo de más de 1000 ediciones, incluso la primera edición imprimida en blanco y negro. Al ver la edición más reciente, preguntamos sobre la compaginación cambiada del periódico. “Es que hoy en día AS ha vuelto a ser un diario online. Ya no lo imprimimos”, nos explicó Elena. Inmediatamente, recordé las palabras que el tendero me había dicho sobre la digitalización de la prensa. ¿Ya ha pasado la época de disfrutar el olor del periódico y café al levantarse?
Luego, Elena nos llevó a las salas de redacción. De
repente, se veía un estallido
de iluminación natural y artificial, unas mesas
largas, un montón de espaldas derechas y los ojos serios de los periodistas
mirando las pantallas de sus ordenadores. Sentíamos la urgencia y la presión del entorno
intenso en el que trabaja un periodista a las 6 de la tarde, cuando la mayoría
de la fuerza laboral mundial ya ha regresado a casa. “Con la gran
digitalización de El País, ser
periodista no solo es una ocupación, sino también un estilo de vida.”, dijo
Elena cuando hablaba de la rutina diaria de ellos.
Una de las salas de redacción |
“Ya vamos a ir a la rotativa…Sí, todavía se usa.”, sonrió
nuestra querida guía. Entramos en una
sala de metal grandísima. “Parece más una fabrica”, comentó uno de mis
compañeros. Había tubos de colores diferentes, bobinas, contenedores enormes de
tinta, capas de aluminio y obviamente, las máquinas que formaban parte de esa
impresora especial.
La rotativa
Elena rápidamente nos guío a través del proceso de realizar el periódico típico antes de empezar a hablar sobre la digitalización de la prensa. “La difusión de la versión impresa de El País se reduce más y más cada año – todo el mundo prefiere recibir notificaciones inmediatas con noticias en el móvil que esperar hasta el siguiente día para saber lo que está pasando en el mundo.”, reveló ella, defendiendo el periódico online.
El periódico popular |
Chicos, ya termina nuestra visita.”, dijo Elena, al
concluir. Después de agradecerle, me quedé delante de la rotativa por un rato,
mirando esa invención magnifica que ha ayudado a transmitir noticias durante
siglos. “La obsolescencia es natural.”, pensé antes de salir del edificio y
abrir la aplicación de El País en mi
móvil para leer las nuevas noticias.
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