martes, 28 de junio de 2016

La muerte anunciada de la prensa impresa: Una crónica

La sede
El día que nuestra clase de Blogging iba a visitar la sede de El País, me levanté tarde. Para llegar a tiempo a mi primera clase del día, me salté el desayuno en casa y me detuve en la cola de un quiosco de camino para comprarme un bocadillo. El hombre enfrente de mí, que parecía muy amigo del dueño, pidió un paquete de cigarrillos. “¿No quieres el periódico hoy?” le preguntó el dueño. “Ya no, que mi hijo descargó ayer la aplicación de El País en mi móvil y ya he leído todas las noticias de hoy.”, respondió orgullosamente el hombre. El dueño no dijo nada, pero se veía decepcionado.
La entrada del gran edificio

“¿Todo bien?”, le pregunté mientras preparaba mi bocadillo. “Si…Es que nadie quiere comprar el periódico en estos días. Tengo demasiadas copias y menos dinero. Pero pues, que se le va a hacer…” suspiró. Yo, con prisa, le pagué y corrí a mi clase.
En la tarde, llegué a la sede del “periódico global de España” con mi banda de periodistas provisionales y nuestro líder, el profesor. Constaba de unos edificios majestuosos – recién renovados y modernos. A la gran entrada, una mujer solamente unos años mayor que yo nos saludó con una cara sonriente y entusiasmada. Se llamaba Elena y ya estaba lista para guiar nuestra visita, que un compañero mío titularía ‘muy reveladora’ después.  
La primera edición de AS 

Para empezar, mientras seguimos sus pasos rápidos, Elena brevemente nos explicó la historia de El País en la sala de AS, el diario gráfico deportivo.  Vimos su gran archivo de más de 1000 ediciones, incluso la primera edición imprimida en blanco y negro. Al ver la edición más reciente, preguntamos sobre la compaginación cambiada del periódico. “Es que hoy en día AS ha vuelto a ser un diario online. Ya no lo imprimimos”, nos explicó Elena. Inmediatamente, recordé las palabras que el tendero me había dicho sobre la digitalización de la prensa. ¿Ya ha pasado la época de disfrutar el olor del periódico y café al levantarse?
Luego, Elena nos llevó a las salas de redacción. De repente, se veía un estallido 
Una de las salas de redacción 
de iluminación natural y artificial, unas mesas largas, un montón de espaldas derechas y los ojos serios de los periodistas mirando las pantallas de sus ordenadores. Sentíamos la urgencia y la presión del entorno intenso en el que trabaja un periodista a las 6 de la tarde, cuando la mayoría de la fuerza laboral mundial ya ha regresado a casa. “Con la gran digitalización de El País, ser periodista no solo es una ocupación, sino también un estilo de vida.”, dijo Elena cuando hablaba de la rutina diaria de ellos.
“Ya vamos a ir a la rotativa…Sí, todavía se usa.”, sonrió nuestra querida guía. Entramos en una sala de metal grandísima. “Parece más una fabrica”, comentó uno de mis compañeros. Había tubos de colores diferentes, bobinas, contenedores enormes de tinta, capas de aluminio y obviamente, las máquinas que formaban parte de esa impresora especial.
La rotativa 


Elena rápidamente nos guío a través del proceso de realizar el periódico típico antes de empezar a hablar sobre la digitalización de la prensa. “La difusión de la versión impresa de El País se reduce más y más cada año – todo el mundo prefiere recibir notificaciones inmediatas con noticias en el móvil que esperar hasta el siguiente día para saber lo que está pasando en el mundo.”, reveló ella, defendiendo el periódico online. 
El periódico popular
En cuanto lo dijo, otro compañero hizo la gran pregunta: “¿Crees que un día los medios impresos van a desaparecer?”. “Si si, creo que digitalizaremos absolutamente y esta imprenta se convertirá en museo”, respondió Elena con bastante convicción. “Aunque usamos papel que es 70% reciclado, ecológicamente, no es sostenible la práctica de imprimir tanto cada día y el mundo ya lo sabe.”, continuó. Todos nosotros estábamos de acuerdo, pero empecé a pensar en la gente, como el tendero de quiosco, que pierde dinero a causa de la digitalización.
Chicos, ya termina nuestra visita.”, dijo Elena, al concluir. Después de agradecerle, me quedé delante de la rotativa por un rato, mirando esa invención magnifica que ha ayudado a transmitir noticias durante siglos. “La obsolescencia es natural.”, pensé antes de salir del edificio y abrir la aplicación de El País en mi móvil para leer las nuevas noticias.


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